martes, 22 de septiembre de 2009

EL FRAUDE DE LA SABANA SANTA Y LAS RELIQUIAS DE CRISTO


Un artista anónimo del siglo XIV descubrió los principios de la fotografía y falsificó el sudario de Cristo. Hoy, aquella reliquia ha dado origen a una pseudociencia, la sindonología, sustentada por poderosas asociaciones y sectas de todo el mundo. El objeto de la sindonología es probar con argumentos científicos que Cristo fue Dios. Para ello, científicos poco escrupulosos, e incluso claramente mendaces, no han vacilado en emplear las técnicas más avanzadas de la era espacial en apoyo de un gigantesco fraude y de un gran negocio encubierto bajo el pretexto de la religión.

Este libro, en el que la ironía y el humor se aúnan con el rigor histórico, denuncia no sólo los manejos de los sindonólogos sino el resto de fraudes perpetrados con supuestas y pintorescas reliquias de Cristo a lo largo de la Historia: los abundantes Santos Prepucios, los Santos Pañales, las innumerables astillas de la Cruz, el guardarropa de la Virgen, los Santos Rostros y Verónicas, las Santas Espinas, los Santos griales, los Santos lugares... y todo el inmenso arsenal de mentiras fraguado para estafar a los crédulos devotos.

Juan Eslava Galán nació en Arjona (Jaén) en 1948, se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y posteriormente estudió en el Reino Unido. En 1983 se doctoró en Filosofía y Letras con una tesis sobre historia medieval. Historiador, ensayista y traductor, ha publicado más de treinta libros, entre los que destacan los ensayos Los templarios y otros enigmas medievales, El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo y Amor y sexo en la antigua Grecia. En la colección “Los Reyes de España” ha publicado Los Reyes Católicos. Entre sus novelas destacan En busca del unicornio (Premio Planeta 1987), Guadalquivir, Catedral, El comedido hidalgo (Premio Ateneo de Sevilla 1991), Statio Orbis y Señorita (Premio de novela Fernando Lara 1998).

lunes, 21 de septiembre de 2009

¿ Dios Existe ? Joseph Ratzinger versus Paolo Flores D´Arcais


En un debate de estas características hay una gran asimetría, porque el creyente está interesado en convertir al no creyente, está interesado, en el sentido mas elevado del termino, obviamente. En cambio, el ateo no está interesado en absoluto en convencer al creyente de la inexistencia de Dios, no tiene ningún interés en conseguir que nadie pierda la fe. ¿Y entonces porqué también un ateo está profundamente interesado en la fe y sobre todo, en el tipo de fe de quien la practica? Porque ser ateo, palabra que algunos consideran de mal gusto,(¿pero porque no hay que decir sobriamente lo que se es?), ser ateo significa simplemente considerar que todo se juega aquí, en nuestra existencia, finita e incierta. Y, por tanto, que son importantes los valores que se eligen en esta existencia, la coherencia entre los valores que se eligen y la propia conducta. Y precisamente porque todo se juega aquí, en el horizonte de esta existencia, sobre esa base se establecen las alianzas, las solidaridades, los conflictos y los choques.





Y entonces, desde el punto de vista de los valores que se escogen, y sobre todo de la posibilidad de una convivencia basada en la tolerancia, es decir, en el respeto mutuo, el tipo de religión que practica quien cree no resulta indiferente. Si la fe de un cristiano es la de las primeras generaciones, que se resume en una frase que no se sabe quien la pronuncio en realidad aunque se atribuye a Tertuliano (creo porque es absurdo)pero que constituye el sentir común de las primeras generaciones de cristianos, y el concepto esta clarísimo también en san Pablo, esto es, "credo quia absurdum", osea la fe es escándalo para la razón.



Si eso es la fe, no surge ningún conflicto con el no creyente, porque una fe de esas características no pretenderá imponerse, solo pedirá que la respeten.
Pero si la fe católica pretende ser el resumen y la culminación de la razón, ser el resumen y la culminación de todo aquello que es mas caracteristico del hombre, ser la verdadera summa de la razón y la humanidad, entonces comprenderán que si la fe pretende ser eso, es inevitable el riesgo de que más tarde caiga en la tentación de imponerse, incluso mediante el brazo secular del estado Porque quien estuviese en conflicto con los dictámenes de la fe, y sobre todo con sus consecuencias morales, estaría también en contra de la razón y de la humanidad.